Día Mundial del Sueño


La conducción es una tarea que exige permanente estado de alerta y capacidades psicofísicas del conductor. Conducir un automóvil es una labor compleja en la que intervienen aspectos como la percepción y el adecuado tiempo de respuesta. La capacidad del conductor se ve alterada o disminuida, por múltiples factores y por el desgaste cotidiano que sufre en la realización de sus tareas laborales. A medida que transcurre la jornada laboral, disminuye el potencial de respuesta y el descanso y el sueño son las claves para la recuperación. Este problema se agrava cuando la persona presenta algún tipo de trastorno del sueño.

El excesivo sueño diurno como causa de accidentes de tránsito representa hasta en un 30 por ciento de los casos, y a menudo estos accidentes están relacionados con una alta mortalidad y morbilidad.

Existe una gran dificultad para identificar la somnolencia como causa implicada en la producción de un accidente de tránsito, debido a que no están establecidas las normas para ello y a veces por la propia naturaleza del accidente, que en muchas ocasiones afecta a una sola persona, lo que provoca que el propio accidentado tienda a ocultar las características del mismo por las posibles consecuencias legales.

Los conductores con un elevado riesgo de accidentes por somnolencia son principalmente los jóvenes, los trabajadores con turnos rotativos, los que conducen bajo los efectos del alcohol y/o psicotrópicos y aquellos que presentan enfermedades durante el sueño.

Alrededor del 70 por ciento de los accidentes se producen de lunes a viernes, días laborables, lo que permite conjeturar que la mayor parte corresponde a personas que estaban realizando su trabajo.

Un grupo especial que requiere investigación, son los profesionales de la conducción de largo recorrido que superan diariamente la distancia de 200 kilómetros. Un gran número de ellos duerme fuera de casa más de 15 noches al mes y, la mayoría, lo hace en la cabina cuya “cama” es muy angosta de modo que resulta difícil descansar adecuadamente en estas condiciones. La mayoría también conduce de noche, lo que modifica el ritmo circadiano y provoca trastornos del sueño. Es raro que puedan elegir el momento de descanso y es probable que duerman menos de 8 horas diarias. A todo esto se suma la exigencia laboral y el tipo de trabajo que demanda un alto grado de atención.

Por ello, la prevención de los accidentes de tránsito reclama un análisis particular. Porque mientras que en la industria la prevención se puede ejercer sobre las máquinas, los productos y los procesos de trabajo, en la conducción además del control de mantenimiento del vehículo, la seguridad reside en el conductor, que tiene que analizar toda la información que se le presenta y decidir en un tiempo muy limitado.

 

Síndrome de apneas de sueño y conducción de vehículos

Dentro de los trastornos del sueño, merece especial atención el síndrome de apneas del sueño, cuya relación con la producción de accidentes se ha analizado extensamente en la literatura médica.

A pesar de ciertas limitaciones de diseño, los resultados de los estudios de base clínica apuntan en una misma dirección, avalando el riesgo incrementado de accidentes laborales y de tránsito en pacientes con apneas del sueño.

Las alteraciones en la conducción que produce el síndrome de apneas del sueño se asemeja a las producidas por la ingesta de alcohol o por déficit de sueño.

La apnea del sueño es una enfermedad prevalente que afecta del 4 al 20 por ciento de la población general de acuerdo al grupo etáreo y algunos estudios han comunicado una alta prevalencia en conductores profesionales, relacionado con la obesidad y la actividad sedentaria.

Es difícil para los médicos valorar el riesgo y la capacidad de conducir en muchos pacientes con apnea del sueño, principalmente porque esta valoración tiene profundas implicancias para los pacientes.

La sociedad ha establecido un claro punto de corte para permitir la conducción bajo los efectos del alcohol, no admitiendo el manejo superado cierto límite en sangre. Pero aún no se ha definido, si se puede manejar cuando alguien padece el síndrome de apneas del sueño y no está tratado.

En la actualidad es imprescindible incluir en el momento de otorgar o renovar la licencia de los conductores, y especialmente de los profesionales, la identificación de trastornos del sueño (hábitos de sueño, medicación, horarios de trabajo, entre otros).

Debería valorarse en forma inexcusable si una persona tiene apneas del sueño a la hora de establecer su aptitud para la conducción de vehículos.

 

En cuanto a los pacientes en quienes se confirma el diagnóstico de apnea del sueño, hay que distinguir a aquellos que no presentan somnolencia diurna de aquellos con síntomas de somnolencia diurna; en estos últimos el empleo de presión positiva continua de la vía aérea –CPAP por su sigla en inglés– debe demostrar la corrección de los síntomas y de las alteraciones objetivas vistas en el estudio de sueño. El tratamiento con CPAP reduce el riesgo de accidentes a los observados en la población general, siempre y cuando se garantice un buen cumplimiento.

 

Por ello es necesario informar a la población y a las autoridades legislativas que existe un tratamiento, el uso de CPAP, que ha demostrado su eficacia en el control de los síntomas y en la disminución del riesgo de accidentes.

La educación continúa siendo fundamental en la prevención de estos trastornos y sus consecuencias, por ello las autoridades políticas, los profesionales especialistas, los trabajadores, los empresarios y las compañías aseguradoras deberían trabajar en conjunto para elaborar una legislación con el objetivo de diagnosticar y tratar todas las posibles causas que relacionan la somnolencia con los accidentes laborales y de tránsito, partiendo de la premisa de que el síndrome de apneas del sueño no es una enfermedad profesional, pero que los accidentes durante el trabajo ligados a la somnolencia son accidentes laborales.

 

Dr. Luis Darío Larrateguy

Especialista en Medicina Respiratoria y del Sueño

Secretario de Salud